El proyecto de ley que busca adelantar el horario de cierre del comercio en Chile ha generado una intensa discusión legislativa desde el segundo semestre del año pasado.
Hace una semana, la Comisión de Trabajo del Senado avanzó en la iniciativa, aprobando en general y por la mayoría, las mociones refundidas que buscan compatibilizar seguridad, calidad de vida y reactivación, acordando un plazo para generar una mesa de trabajo que aborde consensuadamente esas indicaciones.
¿Qué impacto podría tener esta medida tanto en la reactivación económica del país como en la vida de los trabajadores?
Las implicaciones positivas de la propuesta para la vida familiar y la seguridad de los colaboradores son invaluables. Usualmente, una persona que labora en un centro comercial, a las 22:00 horas recién puede iniciar el término de su jornada para emprender el camino de retorno a casa. Si pensamos en un colaborador que trabaja en Las Condes, pero vive en Puente Alto o San Bernardo, sólo en trayecto tiene alrededor de dos horas de su tiempo; lógicamente al llegar a su hogar sus hijos estarán durmiendo, la familia cansada y por fin, la convivencia familiar se restringe únicamente a multas de semana o días libres.
A nivel de reactivación del comercio y tal como propone la senadora Carolina Goic, si el cierre se anticipa a las 20.00 horas, es decir, dos antes horas de lo que estamos acostumbrados, minimiza su impacto ante la expansión del e-commerce, además de educar a la ciudadanía a hacer sus compras en un rango horario más acotado, generando un cambio cultural. Por el contrario, un rango mayor de reducción horaria sí podría afectar al comercio, ya que en promedio la mayor parte de la población que trabaja termina su jornada a las 18:00 horas, y es preciso darles al menos un par de horas para poder hacer sus compras.
A partir de la pandemia, el e-commerce se convirtió en el principal vector de desarrollo para el comercio, y la costumbre de la compra presencial -aunque muy arraigada del consumidor- ya no es el único canal de ventas. Por otro lado, la percepción ciudadana es favorable al adelanto del cierre del comercio; de hecho, durante la última sesión de la Comisión de Trabajo del Senado se dio a conocer un informe de participación ciudadana donde 70% de los encuestados -con una edad promedio de 42 años- se declaró a favor del texto legal.
Indiscutiblemente, el comercio apunta a una transformación digital completa y compleja que beneficia la posibilidad de cierres anticipados de locales y centros comerciales. Se trata, entonces, de inculcar una cultura de consumo similar a la europea, por ejemplo, además de aplicar sistemas de turnos rotativos en rubros donde el cierre anticipado no es viable, como el gastronómico o la salud, entre otros. Esto, por cierto, se suma a la necesidad de regular la duración de la jornada laboral.
El objetivo compartido es compatibilizar la vida familiar con el ámbito laboral, para tener una sociedad más sana.